Hay textos que se universalizan porque expresan algo esencial que debe aprender el ser humano. Khalil Gibrán, en El Profeta, nos habla de los hijos. Un texto muy conocido, pero no por ello menos revelador cada vez que se lee de nuevo:
Y una mujer que estrechaba una criatura contra su seno se acercó y dijo:
Háblanos de los hijos.
Y él respondió:
» Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas del anhelo de la Vida, ansiosa por perpetuarse.
Por medio de vosotros se conciben, mas no de vosotros.
Y aunque estén a vuestro lado, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor; no vuestros pensamientos: porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos; no sus almas: porque sus almas habitan en la casa del futuro, cerrada incluso para vuestros sueños.
Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no tratéis de hacerlos como vosotros: porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Sois el arco desde el que vuestros hijos son diparados como flechas vivientes hacia lo lejos.
El Arquero es quien ve el blanco en el camino del infinito, y quien os doblega con Su poder para que Su flecha vaya rauda y lejos. Dejad que vuestra tensión en manos del arquero se moldee alegremente. Porque así como El ama la flecha que vuela, así ama también el arco que se tensa.»
Por cierto, ¿leíste los niños aprenden lo que viven de Dorothy Law Nolte?
Todos somos niños, pero a veces nos olvidamos. Físicamente cambiamos pero dentro de nosotros, en la conciencia, en el corazón, en el alma,… somos los mismos, con la misma esencia, la misma inteligencia y el mismo amor, pero «mejorado», más iluminado, día tras día, experiencia tras experiencia, con cada inspiración y espiración, con cada contracción y expansión del corazón…
Jesús, Jose Ignacio, qué casualidad!justo estaba viendo algo de Khalil Gibran, sobre el amor ; )
Los sincronismos son más frecuentes de lo que creemos… 😉
Tristemente veo a diario adultos que no le dan el amor a sus hijos, quieren que sus hijos se comporten como adultos y los descalifican, humillan y someten para que se comporten como ellos quieren. Es muy doloroso para mi, tengo una amiga que le pega a su hijo y aunque la han denunciado con bienestar familiar y la han puesto en terapia ella no logra entender el daño que le hace a su hijo, Dice «no hay otra manera de corregirlo». Yo he tenido muchas discuciones con ella y poco a poco, con mucha resistencia por parte de ella, esta aceptando: no quiero humillar a mi hijo dice, y otras experiencias esta entrando en razo,…Sin embargo veo como se repite en muchos otros lugares, vivo desde hace poco en un pequeño pueblo de personas campecinas agricultores poco educados y ellos solo repiten lo que sus padres hicieron con ellos, me siento impotente, pues es verdad se sienten dueños de sus hijos y los maltratan…. Le pido a Dios que me de la sabiduria para ser un buen arco bien templado. y que llegue la luz a todos esos padres que no respetan a sus hijos…
Amén. La cultura del clan está además muy introducida en muchísimos lugares del mundo: debemos hacer lo que nuestros padres y la familia hace. Y justamente esto mata al individuo, mata el «ser más yo».
Suerte Betty.
Ya que mencionas la «cultura del clan» Jose, quiero decir algo que me angustia cuando pienso en ello: si todos somos hijos de la vida, ¿qué pueden hacer los padres del futuro, qué actitud deberían tomar? Perdóname, pero con éstas cosas siempre quiero llegar a una conclusión práctica y no la encuentro. Es como estrellarse contra un muro hasta abrirte la cabeza, o puede que sea por mi percepción de las cosas (orden contra caos).
Pienso que lo que podemos hacer es lo que está en nuestra mano, lo más cercano, es decir, ocuparnos de nosotros mismos, o sea, «ser más yo», pues sólo así podremos ser ejemplo y ayuda para los demás.
Para que esta realidad se hiciera manifiesta harían falta unos padres con un nivel de desarrollo personal y humano lo suficientemente consolidado para ver la verdad que muestra este cuento.
Desde el planteamiento de Blay, podría decirse que vivimos en una sociedad peligrosamente aislada del sentido de codependencia y interdependencia que nos muestra el resto de la vida en cuanto al flujo de energía y el respeto al medio; ahogada en su incapacidad de permitir la fluidez en la expresión del sentir, tachado en sus amplias facetas como tabúes, desvalorado, aniquilado; y en una sociedad psicológicamente perturbada, enferma, de la que hoy en día estamos siendo testigos y partícipes de cómo se aproxima en su ceguera hacia el fin de su camino -y al hacerlo, por fin, hacia un nuevo intento.
La pureza de corazón con que un alma humana viene al mundo, tiene generalmente que se violada para así comenzar desde el suelo a recorrer, de nuevo, el camino aparentemente olvidado hacia Uno mismo. Sólo entonces, cuando -como el simil del cuento- el arco Se tense y la flecha Se lance, dará sin esfuerzo pero con goce en el centro de la diana (parafraseando a EUGEN HERRIGEL).
Un abrazo «deseditado» 🙂
El poema está muy bueno.Cuando mi único hijo era niño lo vi por casualidad,me gustó tanto que lo sigo conservando. Hoy mi hijo es papá de un bebé de 5 meses y se lo voy a pasar. Me ayudó mucho a criarlo y educarlo sin considerarme dueña de su vida.Lo interpreto así: Debemos enseñarles a volar, como los pájaros, pero no seguir su vuelo. Si tienen necesidad de nuestra ayuda, ahí estamos, pero mientras tanto deben ser libres d vivir su vida sin atarse a los deseos de la familia, pues ellos son dueños de su propia vida y debemos ser respetuosos de ello.
Tal cual, Nélida, tal cual. Es más, poseer, no poseemos nada, ni nuestros hijos ni nada… Un abrazo.