Cuando me cuestionan sobre lo que se obtiene con Reiki, no puedo más que dejar de sonreír.
Reiki es un sistema de sanación con las manos que consigue llegar al “centro” que hay que sanar, va más allá del cuerpo físico.
Mi amiga se había cambiado de casa hacía poco y todos sabemos el esfuerzo que representa. Cuando vino a visitarme, sólo me dijo: “no puedo dormir y tengo mucho dolor en las piernas”.
Viendo reflejado en su rostro el cansancio, le propuse una sesión de Reiki. Aceptó encantada.
En cuanto se tumbó, la energía Reiki comenzó su trabajo.
Al día siguiente, me llamó y me dijo que se sentía mejor y que además había podido dormir de un tirón.
Otro caso reciente era el de una mujer que llevaba cinco intentos para aprobar el permiso de conducir.
Sabía hacerlo muy bien, pero se bloqueaba en los exámenes ante la mirada del otro. Vino a que le diera una sesión, días antes de su examen.
Cuando cerró los ojos la Energía del Universo comenzó su propio recorrido. Lola, mi paciente, se fue con una gran sonrisa, aliviada, tranquila y en paz. ¡Era lo que ella esperaba!
Cuando volví a verla me comentó que había aprobado y que su actitud fue distinta a las veces anteriores: ya no estaba angustiada.
Comprendí que el Reiki simplemente había desterrado su miedo y liberado su bloqueo.
Reiki restaura el equilibro tanto físico, como mental, emocional y espiritual. Hoy en día, es maravilloso tener una técnica tan sencilla logrando tan buenos resultados.
Aún me sigo sorprendiendo de sus beneficios.
Los que damos Reiki, sólo somos un canal para transmitir la Energía del Universo que todo lo llena. Reiki es fuente de Amor, de luz, de unión con el otro, de equilibrio, de armonía.
Reiki llega a dónde tiene que llegar, en cada momento.
Autora: María José Isidoro, maestra de reiki Usui Tibetano.
Realiza sesiones de reiki en Madrid.