Este fin de semana asistí al matrimonio de una pareja de jóvenes. Entre las muchas palabras convencionales y rituales enunciadas por el sacerdote que celebró esta unión, me impactaron dos de ellas: “PERDÓN SONRIENTE”.
Precisamente tenía pensado escribir algunas reflexiones sobre este tema como colaboración con SERMASYO, así que me demoré un poco más de lo previsto para procesar la resonancia de todo esto en mi corazón.
Revisé en mi historia personal muchas de las oportunidades que tuve de perdonarme, perdonar o pedir perdón. Y la constante fue el esfuerzo doloroso, casi tortuoso para encontrar las palabras justas, el momento adecuado, el contexto emocional favorable.
Muchas veces, cuando lograba juntar coraje y armar la frase reparadora y decidirme a arrojarme al abismo que mediaba entre el otro y yo (o entre yo y yo misma) descubría que era demasiado tarde: había desaparecido el destinatario de mi intención y/o simplemente era todo anacrónico.
“PERDÓN SONRIENTE” me pareció una alternativa nueva, dinámica, fácil de implementar, muy adecuada al ritmo vertiginoso de los nuevos tiempos. Por eso decidí compartirla.
Como estamos ya tan cerca del inicio de otro año, que por bisiesto o por sugerencias míticas mayas y de las otras, se nos insinúa como diferente, pensé que sería adecuado preparar el terreno para propiciar un modo alentador para comenzarlo.
Desmalezar y perdonar
Escogí un verbo sugerente y muy simple: DESMALEZAR. Asociaré las “malezas” con el “perdón” en sus tres versiones:
- Perdón a ti mismo.
- Perdón al “otro”.
- Pedir perdón.
Ya sé que el “Perdón” es un gesto sagrado privativo de los “dioses”, pero propongo que hagas el esfuerzo de rescatar esta prerrogativa divina de tu interior y pongas manos a la obra.
En principio discurriré un poco sobre el significado del término “maleza”.
Las malezas son plantas que crecen en forma agresiva, impidiendo el desarrollo normal de otras especies. En términos generales, una maleza es una planta en un lugar indeseado. Pueden ser antiestéticas, muy abundantes y restringir la luz a otras especies deseables. Utilizan nutrientes limitados del suelo de un lugar determinado. Pueden contener o esparcir patógenos que degradan la calidad de un cultivo. A veces tienen espinas y químicos que causan irritación. Otras son nocivas al ingerirse y algunas se adhieren a nuestras ropa.
Presentan características compartidas por todas: la adaptabilidad. Por lo cual proliferan en ambientes perturbados, con el suelo y la vegetación natural dañados.
Hoy te propongo desmalezar.
Para esto, deberás tener una visión abarcativa del terreno comprometido en tu objetivo. Acotar y focalizarte en tu trabajo metódico y progresivo, particularmente aburrido y exhaustivo. Discernir cuáles son las “malezas” que te perturban, y aplicarte de un modo pertinaz a tu tarea.
Habrá días de lluvia en los que el trabajo se tornará muy engorroso. Otros de calor intenso en los que querrás abandonar. Otros fríos, en los que tus manos se congelarán. Ni hablar de las excusas que inventarás cotidianamente para justificar el evadirte.
Peor aún, cuando después de haber avanzado un buen tramo, notes que vuelven a aparecer, o emerjan otras distintas que permanecían ocultas a tus ojos antes de iniciar tu tarea. Seguramente decidirás que a las nuevas les harás frente, pero que a las primitivas querrás agostarlas. Entonces, ya te veo, retomando tu trabajo hasta con picos y palas, porque esta vez, ¡va en serio!
¿Qué te parece si visualizas “tus malezas” y procuras trabajar para mantenerlas bajo control, no dejar que debiliten tu voluntad, ni interfieran en el creciente desarrollo de tus aptitudes?
Sería importante evitar que te agobien, confundan, se enriquezcan con tu energía y no te dejen “fuerza” para llevar adelante tus proyectos.
Eres dueño de tu jardín interior
Eres dueño de “tu jardín interior”. Es tiempo de diseñarlo con buen gusto, esmero, dedicación y armonía para favorecer la aparición de lo que está en tu intimidad.
La policromía de tus intenciones puede convertirse en espacios de vistosas y multicolores flores con profusión de variedad de verdes. Extinguir las malezas para generar nuevos ámbitos creativos, frondosos y luminosos en tu vida.
No te desalientes con lo que te voy a decir: esta tarea no se acaba nunca. Pero la conciencia y constancia en la acción te proporcionarán un buen hábito con el cual te resultará muy fácil asociar el perdón con la sonrisa.
Sonreír
porque “se puede”,
porque “disfrutarás con los resultados de tu esfuerzo”,
porque ”repararás en el acto los errores y evitarás mochilas pesadas y perturbadoras”,
porque “mejorará tu relación contigo mismo y con tu entorno, favoreciendo tu calidad de vida”,
porque “el perdón se constituirá en una conducta natural y espontánea en ti en tu vida”.
Te cuento que “es contagioso”.
Quizás, en esta antesala de los nuevos tiempos “el vivir” se tiña definitivamente de disfrute.
¡AMEN!
Autora: María Cristina Beati, Terapeuta, Astróloga y Sanadora Espiritual.
Me gusta esa expresión Cristina..¡¡: «El perdón Sonriente».
Esa es la respuesta amorosa y compasiva ante la Vida. Nuestro mejor regalo a los demás.
Celebro tu artículo y tu expresión.
Abrazos.
Gracias Eufe. Es bueno saber que somos varios los que por lo menos lo estamos intentando. Quizas, de tanto practicarlo, por fin lo logremos.
Un abrazo
Cristina