Venimos aquí y nos esculpimos con las manos de los escultores que nos rodean. Nuestros padres, familia, amigos, colegas, sociedad, incapaces, como incapaces fueron nuestros predecesores, de encontrarse, conocerse y ser ellos y no la obra del escultor, indicaron a este ser el artista de nuestra propia obra, ignorando que nosotros podíamos serlo.
Nuestra vida, atrapada en los cánones y arquetipos de lo que nos rodea, queda en segundo plano pendiente de ser llevada a cabo; mientras, desarrollamos las tareas de la esclavitud del no poder ser lo que somos, ir donde queremos y hacer lo que realmente nos llena y motiva por dentro en lo más hondo y auténtico de nosotros.
«No puedo desarrollarme porque…»
Nuestro movimiento está regido por el “no puedo desarrollarme”, atado por el “no puedo porque”, residuo de nuestra pasada gestión ante la vida, fruto de la ignorancia de saber que podemos modificarla y que son las cuerdas del pasado las que nos atan, llevándonos a pensar que no se puede y facilitando la máxima incapacidad argumental, cimentada y construida por un “no se puede” tras otro.
Ciegos por ello en la visión clara de nuestros deseos, quereres y necesidades, que darían fruto de ser cultivadas, regadas y cuidadas adecuadamente.
El aprendizaje y forma de pensamiento están interiorizados hasta el punto de mover los hilos de nuestra vida sin que nos demos cuenta, actuando por nosotros sin nosotros ser conscientes de ello.
Es la consciencia pues el modo más permeable de transformación, el camino inicial del cambio. Ser consciente, entender, discernir, aprender, modificar, actuar, conseguir, ir hacia.
Mientras las cuerdas internas nos mueven, no somos nosotros quienes movemos nuestro cuerpo, ser y vida hacia aquello que anhelamos y que parte de lo que auténticamente somos.
Nos negamos y sólo vemos límites
Cuando nos negamos y negamos lo que somos, queremos, necesitamos y nos gusta, —porque nos negaron—. Son estas negaciones las que nos dirigen por dentro sin saberlo, perdidos en ellas sin vernos y ver. Al ver sólo los límites no reparamos en dónde está la puerta de salida, ni tampoco en cuáles son las posibilidades y soluciones posibles; o ignoramos los límites e intentamos abrir la puerta donde no se puede abrir.
Nos quedamos en los márgenes de una sociedad anticuada que imposibilita el ser y potencia el deber:
- El ser fundamental, animal y corporal, necesario y necesitado
- El ser emocional y de sentimiento capaz de reír, llorar y entusiasmarse
- El ser social y comunicativo, que interactúa con los demás y aprende con y de ellos
- El ser mental y consciente, tendente a la sabiduría y a la evolución
- El ser espiritual que quiere ir más allá
La satisfacción
La satisfacción real no parte de la indiferencia de nuestro ser, ni de la apariencia de lo que somos, sino de la cobertura de la necesidades básicas —satisfacción corporal—, de las necesidades de amor y seguridad, del desarrollo de nosotros mismos y nuestra capacidad y del sabernos los artífices de nuestra propia obra.
La satisfacción promueve la sensación certera de seguridad y auto-confianza, que apoya la relevante tarea de ser nosotros mismos.
Autora: Mª Inmaculada Jiménez, Psicoterapeuta gestalt y Osteópata.
El articulo me hace recordar algo que leí en un libro de Jorge Carvajal, y es el bello soneto de Miguel Angel, que podemos aplicar al trabajo personal de esculpir nuestra imagen en la vida cotidiana:
«No tiene el gran artista pensamiento
que la piedra no albergue en su interior;
del marmol solo puede el escultor
revelar la figura que hay durmiendo»
Gracias precioso articulo
Materializa en mi esencia
tu nobleza de sabio divino,
pinta tu alegría en
mi rostro de mujer.
Esculpe el amor que brota
de tu alma hermosa,
modela tu espíritu en
el corazón de mi ser.
Que yo te prometo ser el barro
en tus manos creadoras,
los colores de la paleta
y el pincel.
Seré el mármol blanco que
espera ser esculpido y
el bronce dorado que
de la forja va a renacer.