Es el cerebro la parte menos considerada como frágil en el cuerpo.
El cerebro es el organizador del sistema vegetativo, de las funciones vitales orgánicas y el director de nuestra vida.
Le tratamos como si fuera capaz de todo y como si sólo fuese posible la enfermedad corporal —el resto del cuerpo, sin el cerebro—, sin atender, ni entender que forman una unidad que interactúa de forma equilibrada o no, armónica o no.
Es como si el ser humano se hubiera empeñado en pensar que puede manejar sus funciones biomecánicas, biofísicas y bioquímicas con la mente, con el pensamiento, y que el cerebro no tiene límite.
El hombre parece no entender que el cerebro forma parte del cuerpo —ni más ni menos importante que el resto—, que ambos se comunican e interactúan como una red vital, que tiene un límite y una capacidad (como la tiene un continente para su contenido).
En la interactuación e interrelación existe un equilibrio de fuerzas y su relación, y una capacidad de compensación de las descompensaciones o desequilibrios.
A mayor cantidad de equilibrio armónico, menos necesidad de compensación y menos descompensación. A mayor desequilibrio disarmónico, mayor incapacidad para la compensación y mayor incapacidad de ajuste.
Cuantos más desequilibrios y mayores descompensaciones hay, mayor capacidad de enfermar y facilitar la enfermedad.
El cuerpo con el cerebro dentro de él, tiene unos límites y una capacidad de recuperación limitada. El sabe con frecuencia mejor que nosotros qué tiene que hacer por cómo se siente, cómo está, y qué sugiere con su lenguaje de sensaciones.
Nuestra falta de escucha al cuerpo, a sus límites, a sus síntomas, a sus necesidades y a su capacidad de equilibrio, es lo que nos hace caer en el desajuste y en la enfermedad.
No respetamos su tiempo de recuperación, (enferma doblemente) ocupados como estamos en otras cosas: el futuro, los resultados, los problemas, los miedos, los proyectos, la urgencia, la anticipación en los extremos de prevención, el caos, o el desorden.
Permanecemos ajenos al presente de una parte importante de nosotros mismos, que es nuestro cuerpo y sus demandas.
Autora: Mª Inmaculada Jiménez, Psicoterapeuta gestalt y Osteópata.