- El Tarot constituye el aspecto más complejo y especializado de la cartomancia.
Su estructura de imágenes cambiantes nos permite sumergirnos en el subconsciente a través de la simbología. Mediante la observación de hechos, sueños, fenómenos y vivencias en general, en nosotros mismos y en nuestro entorno, podemos desarrollar nuestro potencial transformador, ampliando así el campo de conciencia.
Su vinculación con la tradición hermética, la Cábala, la Numerología y la Astrología, nos da una idea de su compromiso con los planos cosmogónicos, teúrgicos e iniciáticos. - Es un complejo mecanismo perceptivo basado en la lectura de símbolos y la decodificación de la información paragnóstica que nos proporciona. No transita por los canales de la racionalidad ni de los sentidos, pero los involucra en algunos aspectos.
La comunicación que se establece entre el consultante y el tarotista constituye un “metalenguaje”: va más allá del diálogo ordinario. Pertenece a una dimensión a la que se accede a través del respeto, la sensibilidad, la imaginación, la sugestión y la creencia. - El Tarotista pone sobre la mesa y comparte con el consultante aquellos datos que este último requiere aquí y ahora para comprender sus nudos kármicos y percibir su compromiso y posibilidades para encarar cambios y desbloqueos. Se mira el pasado (aun respecto de vidas anteriores), se focaliza el presente y se vislumbra el futuro, entrelazando el destino y la posibilidad de accionar desde la libertad y la voluntad.
- Para el Tarotista, la lectura es una imagen visual, un mensaje oído en su interior o una idea.
Para el consultante, es un espejo en el que puede percibir su realidad más íntima, objetivando aquello que se manifiesta a veces de modo confuso en su mente y en sus emociones. - En sentido ontológico, pretende acceder a un conocimiento más profundo, a fin de despejar las tinieblas y transitar la vida con más seguridad y certeza.
Su objetivo primordial es no tanto indagar sobre el futuro, sino sobre el sentido de la existencia, y consecuentemente, sobre los propios significados interiores, sobre la peculiar y exclusiva manera de ser de cada uno. - El futuro que puede explorarse a través del Tarot no lo es en sentido absoluto, sino como manifestación de algunos fragmentos de éste, que precisamente sirven para incrementar el ejercicio del libre albedrío.
- En este juego, se actúa y plantea una aventura personal.
La gimnasia imaginativa que despliega es única, personal e intransferible.
Cada uno verá lo que su mirada le permita percibir.
El aspecto lúdico de esta actividad nos ayuda a contactar con nuestro niño interior e instalarlo en el presente. Esto abre la puerta a la inocencia, la alegría, la creatividad, la fantasía y la revitalización.
En la exploración de la primera infancia hallamos información acerca de las aspiraciones del alma. Buceamos en la etapa inicial de la vida, aquélla en la que el individuo aún no se ha sumergido en la confusión, y manifiesta con claridad sus tendencias. - Según el grado de compromiso personal con la vida y la espiritualidad, la lectura que se realice podrá acceder a distintos niveles. El abanico de posibilidades es amplísimo: desde una indagación netamente básica, descriptiva o circunstancial, hasta una conexión con planos más sutiles.
El lector experimentado conecta inmediatamente con el consultante, y adopta el lenguaje más apropiado e inteligible, ajustando la sintonía a la frecuencia requerida. - Desplegados los naipes sobre la mesa, como conjunto de símbolos ideográficos y pictóricos, se inicia la interpretación y la percepción del modo en que éstos se interconectan e interactúan.
- Esta mancia es una oportunidad de ser testigo de numerosos milagros. Cada encuentro, basado en una actitud de servicio y de amor, y despojado de las limitaciones del ego, es un contacto de almas, una apertura a la sanación, a la expansión de la conciencia y a la superación de las limitaciones.
La función real del Tarot es ser un libro de meditación, un camino para la introspección, que se nos muestra gracias a la conciencia de que es posible pasear nuestra mirada por el tiempo, aun a sabiendas de que desde ese umbral inicial ha de avanzarse luego autónomamente, liberándose de las preocupaciones puramente funcionales.
Muy buen artículo, me ha encantado. Un saludo
Muchas gracias Inés, es un placer para mí, compartirlo contigo.