El Tarot es una fuente de información incalculable. El estudio de su simbolismo y el adiestramiento de la observación hace que podamos obtener enseñanzas de vida.
En el curso de Tarólogos del Centro Sermasyo investigamos hace unas semanas las conexiones entre La Torre y La Emperatriz. En la última clase hicimos lo propio al vincular El Ermitaño con La Luna. Salieron significados de lo más profundo y ocultos!!
Hablamos de las manos y los perros, del manto y del agua, de que la Luna es dos veces Ermitaño (9×2=18)… Cada alumno, con su mirada, mostraba vínculos que derivaban en conclusiones. Veamos uno de los significados más determinantes.
Las dos cartas conectan con la sombra, con lo oscuro, con lo que hay que investigar, tocar y profundizar para ver y descondicionarse de hábitos del pasado. «Curiosamente», encima de la lámpara de El Ermitaño hay un Sol, aparece el símbolo del Sol astrológico, y detrás de la carta de la Luna está El Sol!?
Es como si en toda oscuridad hubiese siempre luz. La luz siempre está presente. El Ermitaño tiene luz, y tiene guía en su lamparita (presidida por el Sol). Y la Luna tiene luz, precisamente la luz que refleja es la de El Sol! es decir, ambas cartas tienen al Sol detrás.
La oscuridad es relativa y su función es la de ser más conscientes de la luz. Es un proceso que es necesario realizar para madurar. El Ermitaño está en crisis, parece haberse perdido; y busca y requetebusca… ¿el qué? la Luz. De hecho es la Luz la que le mueve por dentro.
La Luna excita a los perros o lobos y mueve las mareas, todo lo inconsciente. Pero ella no lo es todo. Es aquí cuando caemos en la fantasía, cuando creemos que una parte lo es todo. Nos engañamos cuando creemos que algo es absoluto. Y esto se debe únicamente a una errónea visión de la realidad.
El Ermitaño, con su trabajo puede ir encontrando las respuestas a sus inquietudes y dudas. Y rasga el pasado para comprender la realidad detrás de las experiencias. La Luna mueve nuestras imágenes arquetípicas, nuestros deseos que no dominamos, y nuestros miedos que parece controlarnos. Ambos tienen un claro punto en común.
Parece incluso que se complementan. El Ermitaño contacta con lo masculino y La Luna con lo femenino, y ambos dos ahondan en la oscuridad. El Ermitaño es capaz de meterse en las más profundas grutas; siempre tiene luz para iluminar a 3 palmos, más que suficiente para su tarea. La Luna, a su vez, también tiene luz, aunque a veces parezcan tinieblas o esté escondida.
La oscuridad es sólo un tránsito de la luz, una fase de su existencia para que ésta se conserve y se convierta en guía de consciencia.
incluso en la oscuridad hay luz, una luz que invita a mirar al interior para seguir reforzados por el camino de la evolución espiritual del alma.
Cuanto más oscuro más cerca del amanecer.
No hay evolución sin sombras ni noches sin amaneceres.
El ermitaño también lleva una media luna creciente en su capa del mismo color que las cúspides de las torres……aunque ambas sean distintas…..
Es cierto, Salvador. También un alumno percibió otra Luna en el Ermitaño, justamente en su nuca, al lado del pelo. Es también Luna Creciente, igual que la de su capa, igual que la de la carta de La Luna. Y el color se repite. Todo esto parece indicarnos que para investigar (Ermitaño) hay que tener sensibilidad (Luna)!